Incomodidad de cada silencio, mientras el mundo de afuera sigue su rutina normal y el nuestro se deshace en pedazos. Rompecabezas de gotas que caen pero no tocan la superficie final. Se transforman en el oxígeno que inhalamos y se vuelve un ciclo.
Como una semilla de indiferencia que crece en la noche y acompaña un alba de desprecio.
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